Deja la vida fluir
y entra en tu presencia
Des de pequeños se nos enseña des del
control, la educación en casa, llevar una rutina, controlar el comportamiento
de los niños, castigándoles cuando han hecho algo que consideramos que está mal
y premiándoles cuando han hecho algo que consideramos que es bueno o positivo.
La educación en la escuela, todo es a base de controles, ya bien lo dice la
palabra control, o exámenes que al fin y al cabo es lo mismo. El sistema
educativo a establecido unos varemos de aprendizaje y conducta y se trata la
educación bajo el control de estos. Según este control una vez terminamos la
educación obligatoria buscamos una dirección en la vida. Intentamos controlar
el futuro, lo que queremos ser de mayores, que tipo de trabajo nos gustará, que
trabajo tiene más salida profesional y
más remunerado, que tipos de trabajo son más flexibles, que tipo de trabajo
brinda buenas posibilidades de crecer profesionalmente, etc.
Muchas veces creemos que el control es
una seguridad en la vida, pero es cuando nos damos cuenta que estamos abriendo
las puertas a posible estrés, decepciones, y fracasos. ¿Por qué fracasos?
Porque lo que obtenemos es posible que este fuera de lo teníamos previsto, y es
posible que lo podamos vivir como un fracaso.
Parece que basar la vida en el control
es alejarse de nuestra presencia, de nuestro interés en la vida, de lo que
realmente nos ilusiona, nos llena, nos conmueve.
Hace un rato estaba limpiando la
habitación con la radio puesta y escuchaba un programa que hablaban de personas
que se dedican a orientar a los estudiantes que terminan sus estudios
obligatorios y se encuentran desamparados ante la vida, no saben qué dirección
tomar. ¿Es la vida realmente tan compleja o nos estamos nosotros mismos
complicándola?
Como he dicho crecemos con unos
valores predeterminados que tiene la familia, el entorno, los amigos de la
escuela, la televisión, etc. Aprendemos por doquier a prestar atención a los
estímulos externos y nos olvidamos de nuestros estímulos internos. Nos alejamos
de nuestra presencia, de nuestro Ser y es entonces que con normalidad nos
encontramos perdidos en la vida. Hacemos trabajos que no nos motivan, tenemos
relaciones que nos aburren, tenemos una casa, un coche que no sabemos si
realmente es de nuestro gusto, llevamos ropa que no nos acaba de agradar y
cuando nos miramos al espejo nunca nos acabamos de ver realmente hermosos.
En la presencia, en nuestro Ser es
donde se encuentra la energía de la vida, la vitalidad. Si a través del control
llenamos nuestra vida de vació todo se volverá más gris, pesado y angustioso,
aquí es donde se encuentra el origen de toda ansiedad y depresión, es la
desconexión con uno mismo y no hacer la vida que uno realmente le motiva.
En un retiro con Sergi Torres en vall
de Nuria tuve la oportunidad de tomar consciencia de cómo el mecanismo de
control esta tan inculcado en mi, en mis pensamientos que muchas veces durante
el día lo utilizo y no me doy cuenta. El control abre las puertas al juicio, y
este es el que realmente acabará determinando nuestras experiencias de vida. Ya
que una misma experiencia, el juicio de cada persona determinará como la va a
vivir y según como lo viva el cuerpo reaccionará de una manera u otra,
angustiándose y llegando a enfermar o sentirse en paz, aceptar y abrirse a la
vida.
Querer que una persona me ame como yo
quiero que me ame, que se comporte como a mi me gustaría que se comportara. Que
haga lo que yo creo que es mejor para ella, Esto son claros ejemplos de
control. ¿Os resuenan estas frases?
La felicidad se encuentra en amar a
las personas, aunque no te amen como quieres que te amen, amar a las personas
que no se comportan como a ti te gustaría que se comportaran y amar a las
personas que no hagan lo que tu mismo crees que es mejor para ellas. ¿Estamos
dispuestos a amar incondicionalmente? Aquí es donde se encuentra nuestra paz