Hacernos
responsables de nuestras emociones
Como
en muchos otros de mis post, Sergi Torres con su último video “La honestidad de
sentir lo que sientes” la conferencia de enero en el Teatro Regina me ha dado
la introducción de lo voy a escribir hoy. En mi trabajo hay una chica que
siempre va diciendo perdón, por cosas insignificantes e incluso que no tienen
nada que ver con ella. Esto habla ya mucho de su personalidad. Un día con la
intención de querer hacerle tomar conciencia de su actitud le dije. ¿Te das
cuenta la cantidad de veces que utilizas la palabra perdón? Y su respuesta fue:
Perdona por pedir perdón tantas veces. Me quede de piedra con su respuesta.
Ahora lo entiendo mejor con estas frases de Sergi en la conferencia: Sentirse
rabioso de sentir rabia, sentirse triste de sentir tristeza. Sentirse culpable
de pedir perdón. Hay una atracción. Cada persona tiene una estructura mental,
que desencadena unas actitudes, unos pensamientos, unas emociones y unos
sentimientos. Es nuestro inconsciente i consciente el que continuamente esta
regulando nuestro estado. Normalmente es inconsciente, ya que la mayoría de
veces no nos damos cuenta de cómo actuamos, estamos en medio de un mar de
emociones que nos gobiernan. No vemos la manera de cambiar nuestras actitudes y
nuestras emociones nos acaban causando dolor.
Como
en algunas corrientes de psicoterapia, se dice que conductas que nos crean
ciertas problemáticas, son fallos en el aprendizaje de nuestra juventud, en
otras palabras, no saber gestionar nuestras emociones. Como al aprender a
caminar, lo probamos, nos caemos, nos volvemos a caer, y llega un día que
sabemos caminar. Bien en el ámbito de las emociones aun seguimos tumbados.
¿Cómo podríamos aprender a gestionar nuestras emociones si en la familia,
tampoco se sabía hacer? Tampoco se enseña en las escuelas.
Por
ejemplo, un niño pequeño esta rabioso y chilla. ¿Cuántas veces habré visto
decir a padres a sus niños que no chillen chillándoles. Si un niño esta rabioso
y chilla, y la contestación sigue vibrando en la rabia e igual que el niño se
le responde chillando. Estamos en la misma frecuencia y solo hay dos caminos,
el de aumentar la rabia o el de la supresión de la emoción. Como padres nos
imponemos y reprimimos esta emoción de rabia. ¿Por qué la reprimimos? Porque nos molesta esta emoción, nosotros
tampoco sabemos gestionarla y se intenta hacer desaparecer lo más rápido
posible. Igual que un niño cuando llora,
se le intenta hacer callar lo más rápido posible. Porque normalmente no
soportamos los llantos. No dejamos fluir la tristeza. Se tiene que cortar y rápidamente
buscar emociones “positivas” que las acaben tapando.
Parece
ser que la atracción aparece cuando prestamos atención a las cosas, vendría a
ser el efecto observador de la física cuántica. El observador con su manera de
ver el mundo, interviene en él y en
cierta manera lo está modificando. ¿Cómo funcionaria esto en el campo de las
emociones? Bien, yo lo veo de la siguiente manera. Aparece una emoción de
rabia. Como todo en la vida tiene un ciclo. Aparece la emoción, tiene un
momento culminante y se desvanece. Bien como “dueños” de nuestra emoción. Al
aparecer rabia, al catalogarla como negativa nuestro cuerpo se está
estremeciendo. Y de manera inconsciente aparecen mecanismos para evitar sentir
esta emoción. El kit de la cuestión es
que en el momento que interactuamos con una emoción catalogándola, le estamos
prestando atención y por lo tanto la hacemos perdurar dentro de nosotros. Al final estamos obteniendo el efecto
contrario, estamos estancando esta emoción dentro de nosotros y aquí es donde
empieza el bucle “tener rabia de sentir rabia” ya que si no conseguimos
deshacernos de esta emoción que nos molesta esto da rabia, o por lo menos es lo
que yo siento jejeje.
Terminaré
el post con la frase del título: “Para aprender a sentir hay que dejar sentir”
¿Lo
probamos?
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