Aceptar la
situación y aprender al respecto
Muchas veces he escuchado a mi madre
decir en situaciones donde hay una discusión y hay un cabreo. Esta persona
tiene dos faenas, cabrearse y “descabrearse”. Esto me lo había dicho muchas
veces a mi cuando era pequeño y por alguna cosa u otra me había cabreado. Con
la inocencia de un niño yo en aquella situación que no entendía bien que quería
decir con esta frase, pensaba en mis adentros. Dos trabajos no, solo uno porque
ya estoy cabreado jejeje. Pensaba bueno la cosa es más fácil, solo tengo que
hacer un trabajo, el otro ya está hecho. El kit de la cuestión es al hacernos
mayores. De niños nos enfadamos y volvemos a sonreír en un abrir y cerrar de
ojos, pero al hacernos mayores, será por la poca elasticidad neuronal que nos
va quedando, pero los cabreos parece que nos duren más. Yo me he podido
observar que por tonterías he estado cabreado 2 y 3 días. Al verlo des de
fuera, por ejemplo una vez que se me ha pasado el cabreo, me avergüenzo de no
haber encontrado una solución antes. Y este tipo de situaciones las podemos ver
en todas partes, y muchas de duración indefinida.
¿Cuánta gente conocéis que se han
separado, se han cabreado con su pareja y nunca se han perdonado?
¿Cuánta gente conocéis que se han
cabreado con su familia, y por cabreo o vergüenza no se han vuelto a hablar
nunca?
Al final lo que se veía tan fácil con
la inocencia de un niño, de perdonar, descabrearse y volver a restablecer una
amistad, con la seriedad de un adulto no parece tan fácil.
El personaje central de todo esto es
la culpabilidad. Y es el único que mantiene una situación de desacuerdo viva.
Nos encanta sentirnos culpables y
hacer sentir culpables a los demás, o por lo menos parece que nos guste porque
es el pan de cada día en este mundo. Una sola gota de culpabilidad nos ciega al
amor y nos condena.
Ahora entiendo la importancia que
tiene la frase que me decía mi madre: Los que se cabrean tienen dos trabajos,
cabrearse y calmarse, que vendría a ser lo mismo que dejar de reconocer el amor
y volver a reconocer el amor.
Por lo tanto cabrearse, sentirse
culpable es dejar de reconocer el amor y por lo tanto perder la paz interior. Y
aquí no hay excepciones, no hay ni ganadores ni perdedores, puedes estar en la
banda de estar cabreado, de querer hacer sentir culpable a alguien por alguna
razón, sentirse culpable uno mismo por creer que ha hecho algo mal, esto solo
puede desembocar en perdida de paz. No hace falta que me creáis, observar en
vuestras situaciones particulares que es lo ocurrido.
Por lo tanto, y lo más importante ya
que este mundo no lo comparte, siempre que condeno a alguien, me estoy
condenando a mí mismo.
Y aquí vemos la gran pérdida de poder
que padecemos al cabrearnos.
Si aceptamos una situación, no le
estaremos dando el poder a algo externo a nosotros y tendremos la oportunidad
de integrarlo y ver una visión global al respecto, donde no hay ni vencedores
ni vencidos, este es solo el mundo del Ego.
Este tema se me ha sido inspirado por
una película que vi ayer que se llama Poor boy’s game en español Último asalto.
La foto del principio corresponde a la película y es una escena donde por una
situación grave de racismo llevan a experimentar estas dos personas el
sentimiento exagerado de rabia por una banda y de culpa por la otra. Al
mantenerse con estos sentimientos a lo largo de la película se desencadenan
otras experiencias de dolor, las cuales cada vez aumentan el conflicto. Solo el
perdón, una mente limpia de juicio puede deshacer este círculo vicioso y es una
película que lo ha sabido transmitir muy bien. Me quito el sombrero por el gran
mensaje que ha querido transmitir el director de esta película y lo bien que lo
ha transmitido. Os recomiendo ver la película a través de la visión del perdón
y aunque a veces parece que es imposible, no deja de ser una creencia que creemos que no podemos perdonar.
Gracias Joan! por esta bonita reflexión sobre la virtud del perdón. Recientemente asistí a un taller del perdón y descubrí que la dificultad de perdonar a los demás representaba el mal menor en comparación con la dificultad del auto-perdón y como, en la mayoría de casos, ambos estaban relacionados. De este modo, perdonar a los demás significa perdonarse a uno mismo por bloqueos en nuestro interior.
ResponEliminaMoltes gracies pel teu comentari Cristian. Una abraçada!
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