dimecres, 21 de gener del 2015

Nuestra función en la vida

Flexibilidad para encontrar el camino oportuno


Hace cosa de 2 meses nos mudamos a un nuevo piso. Des del día que entramos a día de hoy ha cambiado bastante, lo vamos moldeando a nuestro gusto. Pintamos con el color que nos agrada, cambiamos de sitio los muebles, tiramos los que no nos gustan, ponemos algunos de nuevos, cambiamos las luces, cortinas, etc. Al principio me sentía un poco forastero en mi propio hogar y poco a poco se ha ido caracterizando con nuestros propios rasgos de personalidad.

Al principio uno tiene mucha energía, limpia a fondo todo el piso, renueva las cosas viejas que no quiere y pone otras, pinta, decora, pone plantas. Uno se siente bien. Es todo muy bonito, como normalmente todo en la vida, una nueva relación, un nuevo trabajo, la práctica de un nuevo deporte, un nuevo móvil, etc. Ahora bien, ¿Cómo mantenernos con la ilusión? Como si lo que tenemos ahora no proviniera del ayer, darnos cuenta que lo que tenemos ahora es lo único y que cuidarlo es lo más importante. En fin hacer un cambio sin tener que llegar al extremo de perderlo para darnos cuenta del valor que tenia para nosotros.

Relacionando ahora con el piso, puedo observar como lentamente, hay unos patrones que aparecen en la rutina. Por ejemplo: llega un día que se funde una bombilla, uno piensa bueno ya la compraré, de momento aún queda una y aun me puedo ver. Hay rincones que se empiezan a acumular trastos viejos, sitios donde el polvo no se llega a limpiar nunca. Y sitios que requieren un cuidado especial como la cocina y el baño que si no se limpia a fondo y con regularidad muchos rincones aparecen moho y malos olores.

Este es un pequeño ejemplo con un piso, nuestra vivienda, pero se puede extrapolar perfectamente a un trabajo, una relación, una afición, y como no a nuestro propio propio cuerpo.

 ¿Cómo creéis que responde el cuerpo según la manera como lo tratamos? Nuestra mente está atada al cuerpo, el cuerpo responde a las todas las señales de esta. Ya sea la parte inconsciente o consiente, ambas tienen una gran influencia en la toma de decisiones que terminarán por hacer una cosa u otra con nuestro cuerpo. Si con nuestra manera de actuar día a día en un rincón de nuestra casa se acumula el polvo, ¿creéis que esto va ha ser diferente con nuestro cuerpo? Lo que quiero decir con esto es que según nuestra manera de pensar, nuestra estructura, tenderá a unas enfermedades u otras. Solo una estructura estable, integra tenderá a la salud.

Sobre la enfermedad hay mucho más de lo que podemos hacer, con lo que pensamos que podemos hacer.  Aquí es donde entra nuestra responsabilidad. Y es duro, normalmente no la queremos tomar.

Me maravilla la cultura oriental por su capacidad de encontrar un equilibrio cuerpo-mente. Hace muchos años que intentamos acercarnos aquí en el occidente a estos conocimientos a través de la práctica de técnicas como el yoga, el taichí, el qi gong, etc. No hay que olvidar que estas técnicas es una filosofía, y yo me hago la siguiente pregunta, ¿Las personas de oriente practican taichí porque tienen una estructura que les lleva a practicar el taichí? Aquí es la diferencia de practicar taichí porque estoy buscando algo, des de la necesidad. O des de la plenitud como pasa en oriente. Es ir a la paradoja de que fue primero el huevo o la gallina. Me intento explicar lo más claro que puedo, aunque no se si lo consigo mostrar claridad jejeje

Como decía antes con el ejemplo del piso, al principio parecía que todo funcionaba, si lo relaciono con el cuerpo, en la infancia, los niños tienen mucha vitalidad, energía. Al relacionarlo, encuentro que la solución es vivir el presente, otro de los pilares de la filosofía oriental.

Por ejemplo, al entrar en un piso todo es nuevo, nos proponemos a renovar, a construir. Estamos viviendo en el presente al igual que los niños, viven el presente y un claro ejemplo es cuando explicamos a un niño, la semana que viene iremos de excursión. Ellos no lo entienden, quieren ir ya.  Incluso a los adultos nos molesta la impaciencia de los niños. Luego ya nos encargaremos de sacarlos del presente.

Imaginaros vivir el presente. Ser adulto y continuar con la vitalidad y energía de un niño. Aquí es donde se encuentra la salud. La salud es vitalidad y energía. 

Intuyo que viviendo una vida plena, al final el cuerpo dejara de funcionar no porque se haya estropeado, sino porque habrá terminado su función aquí. Y ese instante solo se puede vivir en el presente, en el momento que nuestro cuerpo decide marcharse.  No lo podemos comprender antes de tiempo.

Por eso, ¿vale la pena preocuparse por la muerte? 

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