dijous, 26 de febrer del 2015

El momento que nos olvidamos que estamos jugando

Al  tomarnos la vida en serio, enfermamos


El otro día en un momento de reflexión, me miraba el mundo e intentaba encontrar un significado al jugar de los niños. Desde mi razonamiento “adulto” no le encontraba sentido. Jugar, ¿Para qué? ¿Por qué? Los niños se pueden pasar horas y horas jugando. ¿Podría ser una forma de imitar al mundo? ¿Hasta qué punto están construyendo un futuro potencial según de la manera con que juegan? Si observo los niños, puedo interpretar que para ellos la vida es un juego, llena de oportunidades y de infinitos juegos. Juego a coches, pintar, dibujar, construir con barro, a disfrazarse, a muñecas, a cocinar, etc. Los niños no dependen del tiempo para jugar a una cosa u otra. Cuando se cansan de algo, pues encuentran otra cosa con que jugar. Jugando, los niños lo viven al máximo, se ríen, se entusiasman por lo que hacen, se entristecen, se cabrean, se pelean con otros niños, y lloran. Y aquí es donde viene el adulto y le dice al niño, no pasa nada solo es un JUEGO. Bien, ¿el niño lo estaba viviendo como un juego? El adulto por lo menos si, y aquí es donde empezamos a ver la diferencia que tenemos de ver el mundo con respecto a los niños. La diferencia de los adultos es que nos hemos identificado tanto con una estructura que la tomamos como real. Hay una transición entre el niño y el adulto donde jugar ya pasa a ser cosa de niños. Y donde estamos fuertemente marcados por creencias como: deja de jugar esto no es un juego, tomate las cosas en serio. Por ejemplo un adulto es ingeniero, el se cree ingeniero, olvida que está jugando a ser ingeniero, un cocinero se cree cocinero, olvida que está jugando a ser cocinero, un político se cree político, se olvida que está jugando a ser político. ¿Qué implica reconocer que es un juego? Implica flexibilidad para el cambio, Si alguien está haciendo algo y no le gusta, ¿Por qué no cambiarlo? Si solo es un juego. Al disgustarnos por algo, ¿No vendría bien entonces la frase que le decíamos a los niños: No pasa nada, solo es un JUEGO?

Creer forma parte de este mundo

Pero lo mejor que pueden hacer es no creerse lo que se creen

¿Cómo vamos a creernos que somos un cuerpo y que esta vida es real si llegamos a este mundo jugando?

¿Estaría relacionada la felicidad con seguir jugado?

El adulto tiene una gran cualidad si la sabe utilizar, que sería tomar conciencia que está jugando. Sería como despertar en el sueño. Y aquí es donde uno empieza a tomar responsabilidades en su vida, uno puede cambiar de juego, porque sabe que está soñando y que él es el soñador.

¿Por qué creemos en sueños de escasez, de venganza, de avaricia, de dolor, de sufrimiento? ¿Para qué seguir creyendo en estos tipos de sueños que nos hacen sufrir si la vida no deja de ser un juego?

Vamos a jugar. Vamos a ser felices, esta es nuestra verdadera esencia!

¿Es más, quien ha inventado el concepto de jugar? Los adultos. ¿En qué momento? En el momento que se toma el cuerpo como real, el momento que nos identificamos con el cuerpo y nos olvidamos de nuestro Ser. En ese instante es el momento que aparece el concepto de jugar, ya que estamos jugando a ser un cuerpo. Y no reconocemos nuestra esencia. 

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